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Bienvenidos a esta ventana en donde quiero mostrar algunas cosas que elaboramos, esperando puedan servir un poco en algunos de sus proyectos, y compartir ideas, consejos y experiencias, espero lo disfruten.







miércoles, 6 de abril de 2016

CAMINOS DEL DESTINO CAPITULO 12


CAPITULO 12

 
 Una carta, una boda y Nueva York


En Escocia el Conde Rosell abría una carta proveniente de Nueva York, después de leerla tomo asiento frente al majestuoso escritorio de caoba tallada, en ese momento entro su esposa y miro el papel que tenía en las manos, ella lo miro como queriendo adivinar lo que ahí estaba escrito

 

-          Edward.. ¿es de Laila verdad? - pregunto ansiosa

-          Así es querida, ven lee tu misma - le invito

Ella tomo la carta y la leyó con mucha ansiedad, luego la llevo a su pecho en señal de alivio- Sabía que ella iba a poder, entonces ira a Chicago, ¿crees que ella viva ahí, crees que la encuentre? - dijo excitada

-          No lo sabemos - la tomo de la mano - debemos ser objetivos ha pasado mucho tiempo y no sabemos lo que vaya a suceder, quiero pedirte por favor que pase lo que pase no vas a caer nuevamente en depresión

-          Porque lo dices así - lo miro algo desconcertada - acaso crees que no la encuentre ya ha llegado muy lejos, no puedes decirme esto no me niego - la condesa comenzó a sollozar

-          Victoria - la tomo de los hombros - han pasado ya 19 años no podemos hacernos ilusiones sobre algo que no es seguro

-          Es que no me quiero resignar no puedo - dijo llorando – no cuando siento aquí en mi corazón que ella mi hija nuestra hija vive y que pronto la veré

-          Pero querida - dijo mientras la abrazaba -  no quiero que sufras no soporto verte así

Ella lo miro a los ojos y le dijo - Edward, pensaras que estoy loca, pero hay algo que me dice que pronto la veremos y seguiré confiando en eso me entiendes

-          Está bien solo procura mantener la calma ante cualquier noticia que nos den.

-          Si así lo hare…- antes de salir de la biblioteca dijo - comeremos en un momento les avisare a los chicos

-          Si gracias.

 

El Conde Rosell se quedo muy preocupado por su esposa temía que si no encontraban a su hija podría caer en un estado depresivo del que sería difícil sacarla, deseaba creer que por fin encontrarían a su hija pero sabía que cualquier cosa podría pasar.

 

En otra parte de Escocia en una lujosa Villa un hombre mayor se encontraba perdido en sus pensamientos mirando por la ventana, la mucama lo saco de su embeleso – Duque O’Connel su hija Dixon está aquí

-          Gracias Ursula - el hombre salió hacia la sala de estar donde su hija lo esperaba

-          Papá ¿cómo estás? - Saludo cariñosamente

-          Muy bien ¿y tú? ¿por qué no habías venido? te esperaba hace una semana – le dice sentándose a su lado

-          Perona, pero fui a visitar a Esther para planear la cena de fin de año

-          Y bien que es lo que planearon conociéndolas bien se que será excelente – dice sonriendo pero con un destello de tristeza

-          Papá ¿qué te pasa? Te siento algo distraído – le dice tomando su mano

-          Pasa que me gustaría que también Fred estuviera aquí – le dice sin rodeos

-          Sabes que es imposible, por su trabajo y por…. Bueno tu sabes porque

-          Si este sacrificio que nos separo hace años – dijo lamentándose

-          No te sientas mal todos lo entendemos, además Frank es la prueba de que todo valió el sacrificio

-          Si es verdad, Frank mi nieto – dice con orgullo

-          Ven te platicare todo lo que planeamos, Lucille llegara desde Polonia con su esposo, no puedo creer que seré abuela en unos meses papá – dice emocionada la dama

-          Y una abuela muy joven y bella – agrega

-          Gracias papá, desearía que Sara y Frank estuvieran se alegrarían mucho de ver a Lucille.

-          Algún día estaremos juntos como la familia que somos

-          Claro que sí – contesta con anhelo

 

Así estuvieron platicando padre e hija durante horas, disfrutando de la compañía de su hija, también recibía con frecuencia la visita de Esther su hija mayor que aunque se rumoraba que no llevaban buena relación todo era solo por apariencias en parte para proteger a la familia ya que en Conde Giraldi buscaba siempre blancos débiles para atacar cuando lo necesitaba.

 

El año estaba por terminar, el invierno había cubierto tanto Nueva York como Chicago de nieve, Candy seguía con su rutina diaria aparentemente con sus pensamientos en calma, y Terry continuaba con su vida un poco más tranquilo había encontrado una amiga con quien platicar y con quien se sentía libre de hablar de sus sentimientos.

 

 

 Candy se reunió con su familia en Lakewood para las fiestas de fin de año, al día siguiente visito el Hogar de Pony y paso un fin de semana muy contenta, había trabajado arduamente para poder disfrutar unos días junto a los seres que más quería, ayudo a la Hermana María ,a la Srita. Pony y a Paty con los niños, después de esos días regreso nuevamente a sus labores en el Hospital, los días pasaban rápidamente, la Guerra seguía aun más dura con la entrada de Estados Unidos a la contienda el número de soldados heridos se elevo rápidamente, seguían mandando doctores, enfermeras y voluntarios a las principales ciudades portuarias para atender a los Buques que llegaban cargados con heridos, sin embargo una enfermedad contagiosa pronto empezó a causar la muerte sorpresiva de personas, era una situación alarmante pero no había suficiente conocimiento de la enfermedad por lo que nadie daba información de cómo prevenirla o curarla.

 

En Nueva York Laila empezaba a hacer maletas para viajar a Chicago, preguntando en el puerto dio con una mujer que llevaba más de 20 años vendiendo su mercancía en ese lugar, le conto que hacía ya alrededor de 19 años conoció a una mujer de color llamada Sofía, que llevaba consigo una bebe de pocos meses, le dio posada en su casa ya que no conocía a nadie y le conto como había encontrado a la niña, después de unas semanas se comunico con su hermana en que vivía en Chicago, ella se fue con su hermana quien la recibiría para cuidar a la niña, después de eso no volvió a saber de la mujer.

 

Terry se encontraba inquieto sabiendo que Laila se iba de la Ciudad, pero también sentía nostalgia por regresar a Chicago, quería ver a Candy pero se detenía al recordar la imagen de ella junto a Albert.  Había quedado de llevar a Laila a la estación de tren luego de dejarla fue como siempre a casa de Susana y después a comer con su madre.

 

-          Buenas tardes Emily, ¿la señora?

-          Se encuentra en la salita de estar joven- indico

Terry entro en la sala y encontró a Eleanor muy pensativa

-          Madre, ¿pasa algo?- pregunto el ingles

-          No nada en absoluto - sonrió

-          No me puedes mentir Eleanor, se que algo te pasa

-          Terruce, solo pensaba en el Duque, en su repentino cambio de carácter

-          Tal vez la vida le enseño que no se puede vivir manejando a los demás

-          Si tal vez, la vida le enseño - dijo pensativa

-          A veces me escribe y si he sentido ese cambio en su carácter – agrego el inglés

Eleonor lo miro  - espero que este bien

-          Mamá - se sentó a su lado - sabes que cuando supe la historia del Conde Rosell me sentí algo angustiado por su perdida

-          Pero ¿por qué?, ¿acaso trataste al Conde o a su familia?

-          No - indico el inglés - sucede que hace 19 años perdió a su hija, ella debe tener 20 ahora no es así

-          Si pero a donde quieres llegar con eso porque no entiendo - dijo confundida

-          Candy es rubia y pronto cumplirá 20 años y…. es huérfana también

-          No te confundas hijo, porque no será la única chica de esa edad, rubia y huérfana en todo América, puede estar en cualquier parte

-          Y si los padres de Candy la estuvieran buscando también, si ella pudo tener la oportunidad de vivir otra vida

-          Hijo, creo entender lo que sientes, la amas demasiado y quisieras dar lo que fuera para llenar esa parte de su vida que no tuvo, ¿no es así?

-          No debí dejarla nunca, después de todo lo que sufrió yo fui su peor verdugo, no tuve el valor de defenderla y darle el lugar que tenía como mi novia.

-          Hijo hiciste lo que pensaste que era mejor, tú la conocías y sabías que otra acción de tu parte tal vez hubiera sido peor ante ella.

-          Si tan solo hubiéramos hablado antes, las cosas hubieran sido tan diferentes, si tan solo ella hubiera pensado en que la decisión que tomaba era solo de ella y no mía, si hubiera pensado un poco en mi y no solo en ella.

-          No sigas torturándote, el destino los unió una vez quien dice que se ha dicho la última palabra

-          Las evidencias lo dicen, ella y Albert…. - apretó los puños - ya está todo dicho madre

-          Te equivocas sabes, pero no voy a discutir tu me pediste que no la mencionara y tú fuiste quien la menciono primero así que…. Pasemos a comer mejor

-          Si es mejor

 

En Chicago, Albert y la tía abuela platicaban sobre sus intereses sobre Sara - Tía sé que esto no es lo que esperabas pero me interesa seriamente y deseo llegar a convertirla en mi esposa en un tiempo razonable - dijo temeroso de la reacción de la anciana

-          Albert no sé qué decirte - contesta angustiada - pero es que estar tan cerca de ellos es un riesgo muy grande como podrías evitar conocer a ese hombre es un hecho que si te casas con ella seremos familia y entonces se enterara que tu ….. – no terminaba la oración cuando Albert la interrumpe

-          He pensado en hablar con ella del tema será lo mejor enterarla de todo - dice tratando de encontrar una solución - porque no estoy dispuesto a renunciar a ella

La anciana frunció el ceño - ¿será seguro que ella lo sepa?

-          No veo otra manera, es lo mejor además es discreta si se lo pido no creo que diga nada.

-          Entonces lo dejo a tu criterio - se encamino a la puerta del estudio - hijo nunca te pediría que renunciaras a ella, te mereces ser feliz, además ella no tiene por qué pagar por los errores de su abuelo.

-          Gracias tía, te veré en la comida trabajare todo la mañana

 

La mujer asintió y salió del lugar.

 

El mes de Enero paso rápidamente, Laila había estado preguntando en la estación sobre la mujer pero nadie supo darle razón, se sentía agobiada y triste al no obtener información, pero no desistía de su objetivo.

En la mansión Andley todo estaba previsto para la boda de Archie y Annie, se casarían en La Catedral del Santo Nombre y oficiaría el Rev. James Timothy O’Meara, para el vestido se mando traer de Francia ( aun en medio de la Guerra ) telas como charmeau, dupion de seda, guipure, seda, para elegir la más adecuada para el vestido, se consiguieron flores como tulipanes, lilis, nube y lirios para adornar la iglesia, el salón y para el ramo de la novia.

La casa estaba llena de flores en cada rincón, en el jardín había mesas cubiertas con elegantes manteles blancos,  finos vinos y bocadillos se ofrecían a los invitados, champange y cognac para los paladares más exigentes, la torta blanca con delicadas flores de azúcar, meseros iban y venían con charolas, atendiendo a los invitados que no perdían oportunidad de saciar su apetito degustando todo el banquete que se ofrecía.

En su habitación Candy permanecía sentada frente al tocador, su mirada estaba perdida en su reflejo, sin duda la boda de su mejor amiga había removido sus sentimientos, sus recuerdos y sus sueños, Paty abrió la puerta y entro sin anunciarse mirando a su amiga con una expresión de tristeza – Candy ¿Qué es lo que pasa? – pregunta preocupada

-          No es nada Paty solo recordaba cuando éramos niñas Annie y yo – dice tratando de excusarse

-          No me engañas – dice la joven – ¿acaso no me tienes confianza?

-          Disculpa Paty, solo recordaba a…. - no podía ni mencionar su nombre

-          A Terry – dice su amiga mirándola fijamente

La rubia asiente con la cabeza – un día soñé con una boda así caminando rumbo al altar y justo al final él esperándome – una lagrima rodo por su mejilla

-          Y quien te dice que tu sueño no se hará realidad – dice tratando de confortarla

-          Ha pasado tanto tiempo – toma un pañuelo y limpia sus mejillas – ya esta comprometido lo recuerdas

-          Candy no sé qué decirte solo que tengas mucha fé – le toma su mano – ahora vayamos George nos espera

-          Y Albert ya se fue – pregunta cambiando el tema

-          Si fue por Sara parece que esto va en serio

-          Me da tanto gusto – dice sonriendo

-          También Frank ira ¿verdad? – pregunta Paty con curiosidad

-          Si mi querida amiga y John por si tenías alguna duda – dice guiñándole el ojo

-          Pero que insinúas Candy – pregunta con sorpresa

-          Nada Srita. O’Brien – sonríe y salen de la habitacion

En medio de la fiesta los novios partieron a su luna de miel no saldrían del país dada la situación que se vivía por la Guerra que se libraba en Europa, viajaron a Miami donde pasarían un mes, se despidieron de los amigos de la rubia ya que no la verían a su regreso. Durante la fiesta Frank no perdió oportunidad para estar cerca de Candy lo mismo que John con Paty y Albert con Sara a quién  no dejo sola ni un minuto motivo por el que los murmullos se escuchaban por cada rincón.

Los días pasaron rápidamente, Candy se preparaba para viajar a Nueva York cada vez que lo pensaba se le revolvía el estomago no sabía cómo iba a soportar la llegada a esa gran Ciudad llena de recuerdos amargos, pero sabía que no podía negarse, antes que otra cosa deseaba ser Doctora y salvar vidas así que poco a poco se fue haciendo a la idea. Por fin se llego la fecha, Candy hizo su maleta un día antes de partir, Frank constantemente le daba indicaciones sobre cómo iban a trabajar, Sara por su parte estaba muy contenta de ver a sus padres y pasar un tiempo junto a ellos, al día siguiente muy temprano Albert fué por Candy para llevarla a la estación, Sara y Frank ya estaban esperando, Candy se abrazo cariñosamente a Albert, también estaba  Paty a quien también abrazo, no podía evitar llorar no sabía cuándo volvería a verlos, pero sabía que regresaría

-          Pequeña, por favor cuídate, escribe cada semana y si sucede cualquier cosa ve a Escocia a la villa ahí podrás hospedarte si lo necesitas

-          Si te prometo que me cuidare y que estaré de regreso

 

 

Albert se acerco a Frank para despedirse luego a Sara, todos los demás se apartaron para dejarlos solos

 

-          Sara, no quisiera que te fueras, hace tan poco tiempo que te conozco pero me e identificado muy bien contigo, te has convertido en alguien muy especial para mi

-          Albert, gracias - la chica estaba nerviosa y titubeante - el tiempo vuela y antes de lo que imaginas estaremos de vuelta

-          Quisiera pedirte algo antes de irte - el rubio se mostro serio- se que suena a locura pero nunca antes había sentido algo más que amistad hacia nadie, pero……- Albert la toma de la mano y le dice mirándola a los ojos - desearía tener una relación formal y seria, claro si estás de acuerdo y quieres.

-          Ho….-  Sara estaba muy nerviosa -  jamás nadie me había pedido algo así al menos no se lo había permitido a nadie, pero… - la chica agacho la cabeza

-          Pero - dijo el rubio buscando su mirada - no te sientes atraída hacia mí, ¿no es cierto?

-          No digas eso, lo que pasa es que porque me lo dices ahora que me voy, ¿tenias que esperar tanto?- dijo la chica en un gesto entre confusión y alegría

-          ¿De verdad querías que pasara esto? -  dijo Albert con gran alegría

-          Desde el mismo día que te conocí, pero era demasiado impropio de dos personas que recién se conocen

 

 

Albert tomo sus manos y las beso, sus ojos brillaban - entonces no deseo esperar tanto tiempo, programare un viaje lo más pronto para ir a Nueva York - dijo mirándola a los ojos

 

-          Está bien nada me daría más gusto que verte pronto.

 

Albert nuevamente beso sus manos y se despidió, no la beso en la boca ya que era un caballero aunque muriera de deseos, esperaría hasta formalizar la relación frente a sus padres. Sara y Albert se abrazaron y todos subieron al vagón que los llevaría a su destino en la Cd. De Nueva York.

 

A la mañana siguiente, se escucho un silbato seguida de la voz de una persona que anunciaba la llegada a la Cd. De Nueva York, el corazón de Candy parecía salirse del pecho, Frank se percato que algo le pasaba a la rubia por lo que se atrevió a preguntarle - ¿Te sientes bien?, de pronto te pusiste muy pálida.

 

-          Si, debe ser tanto tiempo sentada que de pronto me sentí mareada

-          ¿Estás segura?

-          Si segura- dijo la chica

 

 

La gente empezó a ponerse de pie y bajar su equipaje, Candy miraba enderedor como queriendo encontrar una salida, se sentía mareada, con el estomago revuelto y muy agitada, Frank le ofreció su brazo ya que sabía que la chica no se sentía nada bien.

 

-          Vamos bajemos de una vez - dijo sonriendo

-          Claro vamos - Candy lo siguió junto con Sara

-          Bien ya estamos aquí, busquemos un carruaje - indico Sara

 

Frank hizo la parada a un cochero, todos subieron y después de una larga travesía estaban llegando al  Bellevue Hospital Center, era más grande de lo que Candy hubiera imaginado, en la entrada había médicos de todo tipo que habían llegado también como apoyo a ese hospital, todos esperaban en recepción para ser pasados a un salón donde se les darían las indicaciones de cómo, dónde y bajo las ordenes de quien iban a trabajar, Candy había logrado recobrar la tranquilidad, se sentía a salvo dentro del Hospital, Frank fue en busca de su padre mientras tanto Sara y Candy prefirieron salir a los jardines para esperar lejos de la algarabía de toda esa gente.

 

-          ¿Te sientes mejor Candy?

-          Si mucho mejor, si quieres puedes alcanzar a Frank se que te mueres por ver a tu papá

-          Me quedare contigo hasta que regrese Frank además tendré mucho tiempo para estar con él.

-          Pero Sara en verdad estoy mucho mejor el aire fresco me ha servido mucho – dice tratando de convencerla

-          Negativo me quedaré aquí y no insistas mas – dice su amiga sonriendo

-          Está bien

-          Sabes Candy aquí hay muchas obras de teatro sería maravilloso si vamos un día, es una Ciudad muy hermosa

-          Claro – dijo nerviosa la rubia – si el trabajo nos lo permite Sara

-          ¿Así recuerdas Nueva York? – pregunta interesada

-          ¿Cómo? – contesta nerviosa

-          Dijiste que habías venido a una vez ¿no?

-          Oh yo emm… aquella vez fue muy breve y no conocí mucho por aquí – dice titubeante

-          Pues esta vez aprovecharemos el tiempo hay un actor que está causando revuelo esperemos que podamos ir a verlo – dice la joven

Candy sabiendo de quien se trataba cambió el rumbo de la conversación – ¿Cuándo es que vendrá Albert? – pregunta a su amiga

-          Pues no me lo dijo pero será lo más pronto posible

-          Así que te llamo la atención desde que viste la foto en el periódico – dice la rubia divertida

-          No lo voy a negar es muy buen mozo – sonríe

-          Me da gusto por ti y por él

Sara por un momento sintió una angustia que hacía mucho no sentía, oscuros recuerdos nublaban su felicidad pero estaba dispuesta a luchar para vencer sus miedos y temores, no podía decirle a nadie aquel secreto que guardaba y que tanto le pesaba, ni siquiera sus padres lo sabían.

 

Así permanecieron ambas jóvenes platicando, nadie podría imaginar lo que estaba sucediendo, mucho menos Candy que se sentía más segura dentro del Hospital.

 

 

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